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el impacto del nivel educativo alcanzado en el índice de calidad del empleo en Perú, 2016
Introducción
En los últimos años, las instituciones encargadas de la política pública labo-
ral ya no se han enfocado exclusivamente en la reducción del desempleo, sino
que han tratado de armonizar la reducción del paro con la creación de nuevos
puestos de trabajo con un mínimo de calidad requerida, lo que ha derivado
en un tema complejo de abordar (Gonzales y Mora, 2011). Esta búsqueda de
mejores puestos de trabajos se ve justicada por la evidencia empírica. Por
ejemplo, en el caso peruano, la tasa de desempleo para el 2016 fue de apenas
4,2%. Sin embargo, para el mismo año, el 72% de la población ocupada se en-
contró laborando informalmente, lo que evidencia la gran brecha existente en
el mercado laboral.
Esta brecha observada trajo consigo metodologías destinadas a medir las
condiciones laborales. Entre ellas, destaca el índice de calidad del empleo (ICE),
que, mediante una escala del uno al cien, toma referencia sobre la calidad labo-
ral en la que trabaja un asalariado o independiente. Para el caso de Perú, en el
2016, la puntuación alcanzada fue de 40,9, lo que signica una mala calidad del
empleo (teniendo en cuenta indicadores económicos, contractuales y sociales).
Cabe destacar que, para el 2016, solo la región de Moquegua tuvo un puntaje
mayor a 50,0 (50,5), situándose como la única con buena calidad de empleo.
Latinoamérica tampoco ha sido ajena a esta brecha de calidad laboral. El
estudio de Weller y Rothlisbeger (2011) encuentra un décit en la mayoría de
los países en materia de calidad de empleo, considerando aspectos como los
ingresos, la aliación a salud, la garantía de derecho laboral, los benecios,
etc. Así pues, esta arraigada problemática internacional ha ocasionado que los
investigadores empiecen a darle la debida importancia al análisis formal de los
determinantes del empleo de calidad.
En este contexto, la variable que más ha destacado en el estudio empírico
ha sido el nivel educativo, gracias a que se presenta como una variable que ha
tenido resultados positivos y signicativos en las estimaciones. Por dar algunos
ejemplos, estudios como el de Mora y Ulloa (2011) encuentran que un año
adicional de educación mejora el índice de calidad en 1,4 veces. De la misma
manera, Gaviria y Quingua (2015) hallan que un aumento de 1% en los años de
educación ocasiona que la calidad de empleo mejore, en promedio, en 0,67%.
La evidencia empírica, en ese sentido, daría pie a la importancia de medir los
efectos del nivel educativo en el índice de calidad del empleo del Perú. En el país,
hasta el año 2016, solo el 11,6% de la PEA (población económicamente activa)
ocupada asalariada e independiente tuvo educación superior universitaria, el
10,8% accedió a educación superior no universitaria y el grueso de trabajado-
res tuvo nivel alcanzado hasta educación secundaria (40,1%). Es importante
mencionar que la teoría detrás de la relación entre calidad de trabajo y educa-
ción es la teoría del capital humano, planteada por Becker (1964). Sobre esta
base, el presente artículo de investigación no solo busca cuanticar el índice
de calidad del empleo (ICE), sino también pretende medir el impacto de sus